jueves, 28 de enero de 2010

Evolución - en you tube -




El cuerpo denso fue el primer vehículo que se construyo y tiene, por consiguiente, un enorme período de Evolución tras suyo. Se encuentra en su cuarta etapa de desenvolvimiento y ha logrado actualmente un grado de eficiencia maravilloso. A su tiempo alcanzará la perfección, pero aun actualmente es el mejor organizado de los vehículos humanos. Es un instrumento construido maravillosamente, y todo el que pretenda tener conocimiento de la constitución del hombre debe reconocerlo así.

El germen de este cuerpo denso fue dado por los Señores de la Llama durante la primera revolución del Período de Saturno, el primero de los grandes días de manifestación, de acuerdo con las enseñanzas rosacruces. Este germen fue desarrollado un tanto durante el resto de las seis primeras revoluciones, habiéndosele conferido la capacidad de desarrollar los órganos de los sentidos, pero muy especialmente el del oído. De ahí que el oído sea el órgano más desarrollado de todos los que tenemos.

En la primera mitad de la revolución Saturnina del Periodo Solar, o sea el segundo de los siete grandes días de manifestación, los Señores de la Llama se ocuparon de realizar ciertas mejoras en el germen del cuerpo físico. Entonces se hizo necesario producir determinados cambios en el germen, de manera que pudiera ser Ínter penetrado por un cuerpo vital, dándole a la vez la capacidad de desarrollar las glándulas y un canal alimentario. Esta tarea la realizaron conjuntamente los Señores de la Llama y los Señores de la Sabiduría.

En la primera revolución del Período Lunar, o sea la revolución Saturnina de dicho Período, que constituye el tercero de los siete grandes días de manifestación, los Señores de la Sabiduría cooperaron con los Señores de la Individualidad para reconstruir el germen del cuerpo denso. Este germen ya había desarrollado órganos sensoriales embrionarios, órganos digestivos, glándulas, etc., y estaba interpenetrado por un cuerpo vital formativo. Por supuesto, no era visible ni sólido como lo es actualmente, pero en forma rudimentaria estaba ya un tanto organizado. En el Período Lunar fue necesario reconstruirlo y capacitarlo para que quedara interpenetrado o impregnado por un cuerpo de deseos, a la vez que pudiera desarrollar un sistema nervioso, músculos y cartílagos, con un esqueleto rudimentario. Esta reconstrucción fue la obra que se realizó durante la revolución Saturnina del Periodo Lunar. Estos seres lunares no eran tan germinales corno en los períodos precedentes. Para el clarividente desarrollado aparece corno suspendidos por filamentos en la atmósfera ígneo-nebulosa, en forma parecida a la forma en que el embrión cuelga de la placenta por el cordón umbilical. Unas corrientes que proveían cierta clase de nutrición fluían hacia adentro y hacia afuera desde la atmósfera por esos filamentos.

Cuando la Tierra surgió del Caos, al comenzar el Periodo Terrestre, se encontraba en la etapa rojo-oscura de lo que conocernos como Época Polar. Entonces la humanidad evolucionó primeramente hacia un cuerpo denso, el germen del cual había sido dado por los Señores de la Llama en la primera revolución del Período de Saturno. Entonces no era, absolutamente, como nuestro cuerpo actual, por supuesto. Cuando el estado de la Tierra se volvió ígneo, en la Época Hiperbórea, se agregó el cuerpo vital, y el ser humano se convirtió en algo similar a las plantas, esto es, tenía los mismos vehículos que tienen las plantas actualmente y una conciencia similar, que quizás pudiéramos calificar de inconsciencia, parecida a la que tiene el ser humano durante el sueño sin ensueños, cuando los cuerpos denso y vital permanecen en el lecho.

En ese tiempo, en la Época Hiperbórea, el cuerpo del ser humano era como un enorme saco de gas que flotaba fuera de la Tierra Ígnea y emitía como esporos vegetales, que luego crecían y eran utilizados por entidades que venían al mundo. En ese entonces el ser humano era bisexual: un hermafrodita.

En la Época Lemúrica, cuando la Tierra se había enfriado y algunas islas habían comenzado a formarse en medio de las aguas hirvientes, entonces el cuerpo humano se solidificó un tanto y fue tomando más parecido con lo que es actualmente. Era de forma similar a la de los monos, con un tronco muy corto y brazos y piernas enormes, con los talones proyectándose hacia atrás y careciendo casi de cabeza, pues por lo menos la parte superior de la misma faltaba por completo. El Ser humano vivía en una atmósfera de vapor que los ocultistas llaman neblina ígnea, y carecía de pulmones, pues respiraba por medio de tubos. Tenía las agallas que todavía pueden observare en el embrión humano mientras pasa por la etapa antenatal que corresponde a esa Época.

Tampoco tenía sangre caliente y roja, porque en esa etapa no existía aún el espíritu individual. Poseía Como una especie de vejiga que inflaba con aire caliente, para poder así saltar sobre los enormes abismos que se abrían cuando las erupciones volcánicas destruían la tierra en que vivía. De la parte posterior de la cabeza se proyectaba un órgano que actualmente se ha retraído dentro de la misma y que los anatómicos llaman glándula pineal, o sea el tercer ojo, aunque nunca fue realmente un ojo sino más bien un órgano localizador del tacto. El cuerpo carecía entonces de sensibilidad, pero cuando el ser humano se aproximaba demasiado a un cráter volcánico, dicho órgano registraba el calor y lo hacia huir antes que su cuerpo quedara destruido.

En ese tiempo el cuerpo se había ya solidificado tanto que resultaba imposible que el ser humano se propagara por medio de esporos, y fue necesario que desarrollara un órgano mental, un cerebro. La fuerza creadora que actualmente empleamos para hacer ferrocarriles, buques, etc., en el mundo externo, la empleábamos antes para construir órganos internamente. Como todas las demás fuerzas, era positiva y negativa. Un polo estaba dirigido hacia arriba, para formar el cerebro, y el otro polo quedaba disponible para la creación de otros cuerpos. De esta manera el ser humano dejó de ser una unidad creadora completa. Cada uno poseía solamente una mitad de la fuerza creadora, siendo entonces necesario buscar su complemento exteriormente.

En la última parte de la Época Lemúrica, la forma del ser humano era todavía muy plástica. El esqueleto ya se había formado, pero el ser humano mismo tenía gran poder para modelar la carne de su propio cuerpo, así como el de los animales que había en torno de él.

En ese tiempo, al nacer, el ser humano podía oír y sentir las cosas al tacto, pero su percepción de la luz vino más adelante. Los Lemures no poseían ojos. Tenía dos puntos sensibles, que eran afectados por la luz del Sol cuando brillaba nebulosamente a través de la atmósfera ignescente de la Antigua Lemuria, pero sólo hacia el final de la Época Atlánte adquirió la vista como la tenemos actualmente.

Su lenguaje se componía de sonidos como los de la Naturaleza. El suspiro del viento en los bosques inmensos que existían entonces y que crecían con gran exuberancia en ese clima supertropical, el rumor del arroyuelo, los aullidos de la tempestad, el tronar de las cascadas, los rugidos de los volcanes, todo estos sones eran para el ser humano como las voces de los Dioses de quienes se sabía descendiente.

Nada sabía del nacimiento de su cuerpo. No podía ver su cuerpo ni ninguna otra cosa, pero sí podía percibir a sus semejantes. Esta percepción era, sin embargo, interior, como es nuestra percepción de personas y cosas durante los sueños, pero con una diferencia importantísima: que sus percepciones soñantes eran claras y raciales.

Pero "cuando sus ojos fueron abiertos" (como se cuenta en la historia de la Caída) y su conciencia se dirigió hacia los hechos del Mundo Físico, todo cambió. La propagación fue entonces dirigida, no por los ángeles, sino por el ser humano mismo, que no conocía la operación de las fuerzas solares y lunares. Su conciencia se enfoco en el Mundo Físico, aunque las cosas no se le aparecían a la vista con la claridad y la nitidez que se fue produciendo en la última parte de la Época Atlánte. Poco a poco fue conociendo la muerte, por grados, debido a la solución de continuidad que se producía en su conciencia al pasarla a los mundos superiores al morir o al retornar al Mundo Físico mediante el nacimiento.

Sin embargo, lo que hemos dicho acerca de la iluminación de los Lemures se aplica solamente a una pequeña porción de los vivieron en la última parte de dicha Época, los cuales fueron la simiente de la siete razas Atlántes. La mayor parte de los Lemures eran como animales, y los cuerpos habitados por ellos degeneraron en lo que actualmente constituyen los salvajes y los antropoides.

En la Época Atlánte, que siguió a la Lemúrica, el ser humano era muy diferente de todo cuanto existe en la Tierra actualmente. Tenía cabeza, pero escasamente poseía frente; su cerebro carecía de desarrollo frontal y su frente se inclinaba hacia atrás desde un punto que se encontraba sobre los ojos.

Comparado con nuestra humanidad actual, el de entonces era prácticamente un gigante, pues sus brazos y sus piernas eran mucho más largos en proporción a su cuerpo que los nuestros. En vez de caminar, marchaba mediante una serie de saltos volantes, similares a los del canguro. Tenía unos ojillos parpadeantes y cada cabello era de sección redonda. Esta última peculiaridad, cuando no hay otras, distingue a los descendientes de las razas atlánticas que permanecen con nosotros actualmente. Su pelo era tieso, brillante, negro y de sección redonda. El cabello de los Arios, aunque pueda diferir en color, es siempre de sección ovalada. Además, las orejas de los atlantes estaban mucho más atrás en la cabeza que en los Arios.

Los vehículos superiores de los primitivos atlantes no se encontraban en posición concéntrica con relación al cuerpo físico, como pasa con nosotros. Su espíritu no era todavía un espíritu interno, pues se encontraba parcialmente afuera y no podía, por lo tanto, controlar sus vehículos con la misma facilidad que cuando se encuentra dentro. La cabeza del cuerpo vital se encontraba afuera, bastante más arriba que la física. Existe un punto entre las cejas, y como a media pulgada bajo la piel, que tiene un punto correspondiente en el cuerpo vital. Cuando ambos puntos se ponen en correlación exacta, como pasa en e1 ser humano actual, constituyen la sede del espíritu interior del hombre.

Debido a la distancia entre estos dos puntos, la percepción o visión del atlánte era mucho más aguda en los Mundos Internos que en el Mundo Físico denso, que estaba oscurecido por una bruma espesa y pesada. Con el decurso del tiempo, sin embargo, la atmósfera se fue aclarando más y más, y al mismo tiempo el punto mencionado del cuerpo vital se fue acercando al punto correspondiente del cuerpo físico, hasta llegar a unirse en el último tercio de la Época Atlánte.

Los Rmoahals fueron la primera de las razas Atlántes. Tenían muy poca memoria, y esa poca memoria estaba relacionada solamente con sus sensaciones. Recordaban los colores y sonidos, y de esta manera, hasta cierto punto, fueron desarrollando el sentimiento o sensación. Con la memoria adquirieron los Atlántes los rudimentos del lenguaje. Comenzaron a desarrollar las palabras y fueron abandonando el empleo de sonidos puros, como hacían los Lemures, al dar nombres a las cosas.

Los Tlavatlis fueron la segunda raza Atlánte. Entonces ya empezaron a sentir su verdadero valor como seres humanos separados. Comenzaron a tener ambiciones y querían que sus obras fueran recordadas. La memoria se fue convirtiendo en un factor en la vida de la comunidad. Así empezó el culto a los antepasados.

Los Toltecas constituyeron la tercera raza Atlánte. Fueron ellos los que iniciaron la Monarquía y la Sucesión Hereditaria, originándose así la costumbre de honrar a los hombres por los actos de sus antepasados. La experiencia se fue convirtiendo en algo cada vez más valioso, y la memoria se fue desarrollando hasta un grado muy elevado.

Hacia mediados del tercio de la duración de la Atlántida se empiezan a notar los principios de la separación de las naciones. A su tiempo los Reyes se sintieron ebrios de poder y comenzaron a usarlo corrompidamente, para sus propios fines personales y su engrandecimiento, en vez de utilizarlo para el bien común.

Los Turanios originales constituyeron la cuarta raza Atlánte. Su abominable egoísmo se caracterizó por su vileza, y erigieron templos en que sus reyes eran adorados como Dioses.

Los Semitas originales fueron la quinta y más importante de las razas Atlántes, porque en ellos encontramos los primeros gérmenes de las cualidades correctivas del pensamiento. De ahí que la Raza Semítica Original se convirtiera en la "simiente racial" de las siete razas de la Gran Raza Aria. Fueron los primeros en descubrir que el cerebro es superior al músculo, y durante la existencia de esta raza la atmósfera de la Atlántida comenzó a aclararse definitivamente y el punto del cuerpo etérico, mencionado en páginas anteriores, se puso en correspondencia exacta con su similar del cuerpo denso. La combinación de los acontecimientos hizo que el ser humano comenzara a ver los objetos nítidamente, con perfiles definidos y claros, pero también fue la causa de que se perdiera la visión de los Mundo Internos.

Los Arcadios constituyeron la sexta y los Mogoles la séptima de las razas Atlántes. Ambas ramas fueron desarrollando la facultad del pensamiento más y más, aunque siguieron una línea de desenvolvimiento que se iba desviando de la ruta principal de la vida evolucionante. Conforme las espesas neblinas de la Atlántida se condensaban más y más, la cantidad de agua que iba en aumento fue inundando gradualmente los Continentes, destruyendo una gran parte de la población, así como las pruebas de su civilización.

El Asia Central fue la cuna de las Razas Arias que descendieron de los Antiguos Semitas. De ahí provienen todas las diferentes razas restantes. Es innecesario describirlas ahora aquí, porque las investigaciones históricas ya han revelado suficientemente sus principales características.

del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel

en you tube, aqui

https://www.youtube.com/watch?v=w7efb8gdhpQ&feature=youtu.be

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