domingo, 31 de enero de 2010

La base astrológica de la curación - en you tube -



CAPITULO XI

LA ASTROLOGÍA COMO AUXILIAR EN EL ARTE DE SANAR


La base astrológica de la curación

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https://www.youtube.com/watch?v=f63QqtQDmKI

Es un hecho bien conocido del médico moderno que el estado de la sangre y, por consiguiente, el de todo el cuerpo, cambia en simpatía con el estado de ánimo del paciente, y cuanto más emplea el medico la sugestión como un auxiliar de la medicina, tanto más éxito tiene. Sin embargo, son pocos los que aceptarían el hecho de que tanto nuestros estados mentales como físicos son influidos por los rayos planetarios, los cuales cambian con el movimiento de los respectivos planetas. En estos días, desde el comienzo de la radioactividad, hemos comenzado a aprender que todos los cuerpos emiten en el espacio innumerables partículas. La telegrafía sin hilos nos ha enseñado que las ondas eléctricas viajan rápida y seguramente a través del espacio, a tal punto que actualmente las podemos manejar a discreción con un manipulador adecuado. También sabemos que los rayos del Sol nos afectan en forma diferente por la mañana, cuando nos tocan horizontalmente, que al mediodía, cuando caen sobre nosotros en sentido vertical. Y si los rayos luminosos del Sol, que tan rápido se mueve, producen cambios físicos y mentales, ¿por qué no tendrían su efecto correspondiente los rayos persistentes de los planetas más lentos? Si lo tienen, entonces constituyen otros tantos factores de la salud, y ningún médico debe descuidarlos. Por eso sostenemos que ciertos resultados se logran con más rapidez cuando los rayos estelares son más propicios para la curación de una enfermedad particular o para el tratamiento con remedios previamente preparados bajo condiciones auspiciosas.

Si los médicos estudiaran Astrología, con muy poco esfuerzo podrían diagnosticar el estado del paciente, cosa que es completamente imposible desde el punto de vista del diagnosticador ordinario. Algunos médicos ya se van dando cuenta de este hecho y han descubierto experimentalmente que los cuerpos celestes tienen influencia sobre el organismo humano. Por ejemplo, cuando el autor se encontraba en Portland, Oregón, oyó a un médico mencionar el hecho de que si le era posible realizar una operación mientras la Luna estaba en creciente, esto es, desde la Luna Nueva a la Llena, la operación tendría éxito y no se presentarían complicaciones. Por otra parte, citando las circunstancias lo obligaban a realizar una operación estando la Luna en menguante, esto es, desde la Luna Llena a la Nueva, siempre existía un gran peligro de complicaciones, y esas operaciones no resultaban nunca tan satisfactorias como las que llevaba a cabo mientras la Luna estaba en creciente.
La manera de descubrir las peculiaridades del espíritu que mora en el cuerpo del paciente consiste en calcular su horóscopo y ver cuáles son los momentos propicios para la administración de las drogas, dando las hierbas adecuadas y en el tiempo debido. Paracelso lo hacía así, y siempre tenía éxito con sus pacientes: nunca se equivocaba. Actualmente existen algunos que utilizan la Astrología con ese objeto, y el autor, en muchísimos casos, ha estado apelando a ella para diagnosticar. Siempre ha podido prever las crisis en el estado del paciente, pasado, presente y futuro, así que pudo suministrar alivio a las personas que sufrían de distintas enfermedades. Sólo con esos fines debería utilizarse la Astrología, y jamás degradarla para adivinar el porvenir y ganar dinero, porque, como todas las ciencias espirituales, sólo debe emplearse en beneficio de la Humanidad, sin ninguna consideración mercenaria.
Existen siete esferas, los planetas de nuestro Sistema Solar, y cada una de ellas emite su propia nota o sonido, que es distinto del de cualquier otro cuerpo celeste. Uno o más de ellos vibran en sincronización particular con la simiente atómica del Ego que está buscando encarnación. Este planeta corresponde entonces a la tónica de la escala musical, y aunque todas las notas de todos los planetas son necesarias para construir completamente el organismo, cada cuerpo se modifica y conforma con el impacto básico dado por el planeta más armonioso, que se conviene así en el regente de esa vida. Lo mismo que ocurre con la música terrestral pasa también con la celestial, en la cual hay armonías y disonancias, y todas ellas chocan contra la simiente atómica y la ayudan a formar el arquetipo. Así se forman líneas vibratorias de energía, que más tarde atraen y arreglan las partículas físicas, como los granos de arena se distribuyen en figuras geométricas al pasar un arco de violín por un platillo de bronce.
El cuerpo físico se forma más adelante siguiendo estas líneas vibratorias arquetípicas, y de esta manera viene a expresarle exactamente la armonía de las esferas, tal como resonaba en el período de su construcción. Sin embargo, este periodo es mucho más largo que el de la gestación material, y varía de acuerdo con la complejidad de la estructura requerida por la vida al buscar manifestación física. El proceso de la construcción del arquetipo tampoco es continuo, porque bajo el influjo de los planetas que emiten sones a los que no puede responder la simiente atómica, esas vibraciones simplemente pasan sobre ella, quedando a la espera de un nuevo sonido que pueda emplear para seguir formando el organismo mediante el cual va a expresarse.
Así pues, podemos ver que estando modelado el organismo terrestre que cada uno de nosotros habita, de acuerdo con las líneas vibratorias producidas por el sonido de las esferas, las discordancias que expresamos como enfermedades son provocadas en primer término por las discordancias espirituales internas. Y también es evidente que si logramos obtener un conocimiento exacto de las causas directas de esas discordancias y remediarlas, las manifestaciones físicas de ellas pronto desaparecerán. Esta información se logra mediante el horóscopo natal, porque en el cada planeta en su casa y signo expresa armonía o discordancia, salud o enfermedad. Por lo tanto, todos los sistemas curativos son adecuados sólo en la medida en que se tornen en consideración las armonías y discordias estelares expresadas por la Rueda de la Vida: el horóscopo.
Aunque las leyes de la Naturaleza que gobiernan los reinos inferiores son todopoderosas en circunstancias ordinarias, existen otras leyes que pertenecen a los dominios espirituales y que, en ciertas circunstancias, pueden sobreponerse a las primeras. Por ejemplo, el perdón de los pecados, al ser reconocidos y confesados, con el consiguiente arrepentimiento, sobrepasa a la ley que exige ojo por ojo y diente por diente. Cuando el Cristo andaba por la Tierra y sanaba a los enfermos, Él, que era el Señor del Sol, encerraba en sí mismo la síntesis de las vibraciones estelares, de la misma manera que la octava contiene todas las notas de la escala, y por lo tanto podía emitir de Sí Mismo la influencia planetaria correctiva que se requería en cada caso. Él sentía la discordancia e inmediatamente sabia corno contrarrestarla, en virtud de Su exaltado desenvolvimiento. No tenía necesidad de ninguna preparación previa, sino que instantáneamente obtenía los resultados implantando la armonía en vez de la discordancia planetaria que causaba la enfermedad que estaba sanando. Sólo en una oportunidad se acogió a la ley superior y dijo: "Levántate: tus pecados han sido perdonados."
Sucede lo mismo con los sistemas ordinarios empleados en el método curativo Rosacruz, pues ellos dependen del conocimiento de las discordancias planetarias que causan la enfermedad y de la influencia correctiva que puede remediarla. Esto ha sido suficiente en todos los casos de que hayamos tenido noticia basta ahora. Sin embargo, existe un sistema más poderoso, que es dable utilizar de acuerdo con leyes superiores, las cuales pueden acelerar el restablecimiento en casos de larga data; y, en ciertas circunstancias donde existe un franco y sincero conocimiento de culpa, podrá borrar los efectos de la enfermedad antes que el destino frío y duro lo disponga de otro modo.
Cuando contemplamos con la visión espiritual a una persona enferma, tenga su cuerpo extenuado o no, es evidente que los vehículos sutiles son mucho más tenues que durante la salud. Por eso no transmiten al cuerpo físico la cantidad necesaria de vitalidad, y, por consiguiente, ese instrumento queda más o menos quebrantado. Pero, sea cual fuere el estado de extenuación del resto del cuerpo físico, ciertos centros que son tenues durante la salud, en grado diverso de acuerdo con el desenvolvimiento del ser humano, quedan obstruidos en mayor o menor grado, según la gravedad de la enfermedad. Y esto es particularmente cierto en lo tocante al centro principal, que viene a encontrarse entre las cejas. En ese punto se encuentra emparedado el espíritu, algunas veces al extremo que pierde todo contacto con el mundo externo y su progreso, de suerte que se concentra en tal forma sobre si mismo y su propio estado, que sólo la completa ruptura con el cuerpo físico puede ponerlo en libertad. Este proceso es capaz de durar muchos años, y en el intervalo las discordancias planetarias que produjeron la enfermedad inicial pueden haber desaparecido, pero el paciente ya no se encuentra en situación de aprovecharse de circunstancias tan favorables. En esos casos es necesaria una emisión espiritual especial, para aportar al alma el mensaje de que "sus pecados han sido perdonados". Y una vez que ha sido oído ese mensaje, entonces puede responder al mandato de "Deja tu lecho y marcha".
En nuestra actual humanidad nadie ha alcanzado en absoluto ni aproximadamente, la estatura del Cristo, y, por consiguiente, nadie puede ejercer Su poder hasta esos casos extremos, pero en nuestros días existe tanta necesidad de ese poder en manifestación activa como hace dos mil años. El Espíritu lo compenetra todo en nuestro planeta, pero en diversos grados. Tiene más afinidad por algunas substancias que por otras, y siendo una emanación del Principio Crístico, es el Espíritu Universal que constituye el Mundo del Espíritu de Vida el que restaura la armonía sintética del cuerpo.


del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel

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