lunes, 1 de febrero de 2010

Consejo a los médicos - en you tube -



CAPITULO XX
DIRECCION DE CENTROS CURATIVOS
Consejo a los médicos

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Si pudiéramos obtener letras de fuego que dejarán su marca indeleble en la conciencia del lector, no ahorraríamos esfuerzo alguno para conseguirlas con el propósito de prevenir a los estudiantes sobre ciertos puntos relacionados con la práctica de la Astrología Médica, a saber:
Nunca se le comuniqué al paciente hecho alguno desalentador.
Nunca se le prevenga cuándo van a sobrevenir las crisis.
Nunca se le pronostique una enfermedad para un tiempo determinado.
Nunca jamás se pronostique la muerte.
Es un grave error, casi un crimen, decirle a un enfermo algún hecho desalentador, porque lo priva de la fortaleza que es indispensable para facilitar su restablecimiento. También es un error sugerirle una enfermedad a una persona sana, porque entonces se concentra su pensamiento en una enfermedad dada en un tiempo determinado, y esa sugestión por si sola puede provocar el mal. Es un hecho conocido que la mayoría de los estudiantes en las facultades de medicina sienten los síntomas de todas las enfermedades que estudian y sufren grandemente a consecuencia de la autosugestión; pero la idea de una enfermedad inminente, sugerida por una persona en quien la victima tenga mucha fe, es muchísimo más peligrosa. Por consiguiente, es indispensable que el médico astrólogo sea muy cauteloso. Si no es posible decir una palabra de aliento, lo mejor es guardar silencio.
Esta advertencia adquiere una importancia mucho mayor cuando los pacientes tienen a Tauro o Virgo ascendiendo, o bien si el Sol o la Luna están en esos signos. Estas posiciones predisponen al ánimo a concentrarse en la enfermedad, a veces en la forma más inconveniente. Los hijos de Tauro temen la enfermedad casi como maniáticos, y todo pronóstico en ese sentido es fatal para su naturaleza. Los de Virgo hacen la corte a su propia enfermedad, para ganarse la simpatía de los demás, y aunque simulen ansiar su restablecimiento, en realidad se gozan en sus dolencias y en profundizarlas hasta donde puedan. Siempre dicen que pueden afrontar el conocimiento y que éste los ayudará; pero si el médico se deja convencer por sus palabras y les expresa la verdad, verá que se marchitan como una flor.
Estas personas son siempre las más difíciles de socorrer y hay que tomar las medidas necesarias para evitar indiscreciones que agraven sus dolencias. Algunos estudiantes tienen el mórbido deseo de conocer el tiempo de su muerte, e investigan este asunto en la forma más inexcusable. Pero hagan lo que hagan para engañarse a sí mismos, el hecho es que son poquísimos los que tienen la fortaleza mental y moral para vivir su vida exactamente de la misma manera como si no supieran con absoluta certeza que en cierta hora terminará su existencia terrenal. Éste es uno de los puntos más sabiamente ocultos, hasta que somos capaces de ver en ambos lados del Velo, y cometemos siempre un error al tratar de descubrir este pronóstico en nuestro horóscopo.
En el pasado, cuando nuestros esfuerzos para socorrer a los enfermos se encontraban necesariamente restringidos a los miembros, debido a la carencia de suficiente personal en las oficinas, muchas veces se nos hacia esta pregunta: "¿Cómo podemos ayudar a un amigo enfermo?" Aunque actualmente podemos prestar ese auxilio desde nuestra sede central, a quienquiera que lo pida, es importante que los probacionistas se den cuenta de su gran oportunidad, merced a la conexión que han creado con el Instructor. La curación la realizan principalmente los probacionistas que viven la vida de acuerdo con la dirección de loe Hermanos Mayores, y cada vez que se los invoca, sea con pluma y tinta, dirigiendo la carta a esta sede central o a un probacionista personalmente, siempre se logra una respuesta.
Los Hermanos Mayores saben cómo utilizar la ley con el mayor provecho posible, pero no pueden obrar en contra de ella ni hacer más de lo que permite el material que se les provea. Toda enfermedad física puede ser vencida por el poder espiritual, pero siempre se necesita cierta cantidad de ese poder. Es una simple ley física, que es necesario reunir cierto número de carbones, apilados convenientemente, con suficiente oxígeno, para poder hacer fuego. Cristo dijo: “Dondequiera que dos o tres se reúnan en Mi Nombre, allí estaré en el medio de ellos.”
La asociación de probacionistas, constituyendo Centros Curativos, suministra el material necesario con el cual los Hermanos Mayores pueden encender el Fuego Espiritual requerido para la curación física, moral y mental. Estando solo, hay pocas probabilidades de que se pueda hacer algo bueno, pero hay mucha fuerza en el número, especialmente si están fortalecidos con el conocimiento del diagnóstico, extraído del horóscopo, y saben aplicar el tratamiento en los momentos propicios.

del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel


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