lunes, 1 de febrero de 2010

Poder del pensamiento - en you tube -


CAPITULO XIV
LA MENTE Y LA CURACIÓN

Poder del pensamiento

en you tube, aqui
https://www.youtube.com/watch?v=KUzpLCJ2uaA

Como el hombre piensa en su corazón, así es, dijo el Cristo, y ésta es una proposición absolutamente científica y además, algo que todo el mundo puede comprobar fijándose en las condiciones de la vida cotidiana del hogar, del trabajo, de la calle. Aquí vemos a un hombre de labios gruesos, de henchidos carrillos, con una verdadera papada bajo el mentón, y en seguida sabemos que se trata de un glotón y de un sensual Viene otro por la calle: su rostro está cubierto de arrugas, sus labios son finos y duros, y en seguida sabemos que los arquitectos que han modelado su faz son el pensamiento y las preocupaciones.
Cada transeúnte expresa exactamente sus pensamientos internos. Uno es musculoso y activo, porque los pensamientos que han gobernado sus actividades han construido un cuerpo lleno de actividad. Otro tiene carnes fofas, un enorme vientre y una marcha vacilante, demostrando a todas luces que no le agrada el ejercicio. En cada uno de los casos, el cuerpo es una reproducción exacta de la mente, y cada clase sufre las afecciones peculiares a las tendencias generales de su actividad mental. El glotón y el sensual sufren enfermedades provocadas por pensamientos que han cristalizado y debilitado el sistema digestivo y los órganos creadores. Sus enfermedades son completamente distintas de las afecciones nerviosas que suelen atacar al pensador, y cualquier sistema curativo que no tenga en cuenta el hecho de que el cuerpo es más un instrumento físico para la expresión de la mente que no la mente una manifestación del hombre físico, cometerá errores radicales. En nuestra compleja naturaleza, la mente y la materia actúan y reactúan recíprocamente, de tal manera que es absolutamente necesario considerar al ser humano en conjunto, cada vez que tratemos de curar alguna afección.
Todos os fisiólogos saben muy bien que la alegría es capaz de sacar al paciente de su lecho de enfermo mucho más rápidamente que cualquier medicina. Si se produce algún acontecimiento que de a sus asuntos mundanos un buen empuje de prosperidad, de manera que se vuelva optimista, parece que la enfermedad desapareciera como por arte de magia, en tanto que si, por el contrario, mientras goza de buena salad, una influencia deprimente sobreviene sobre sus negocios, comienza a sentirse también físicamente mal. Una carta que contenga malas noticias puede detener la digestión de golpe, produciéndole una grave indigestión a la persona que la reciba. De ahí la verdad enunciada por nuestro Salvador, de que "Así como el hombre piensa en su corazón, así es", queda ampliamente demostrada en la práctica de la vida diaria.
Cuando también comprendemos la necesidad de mantener una actitud de franco optimismo, comprobamos que un estado de ánimo lleno de esperanza es el mejor remedio, y la reiteración constante de la resolución de sobreponerse y vencer las enfermedades presentes es mucho más eficaz que todas las medicinas del mundo. Cuando uno está sufriendo constante y agudamente, es quizá muy difícil mantener una actitud optimista; pero, sin embargo, la fórmula mágica del Salvador aplicada a la salad nos ayudará a vencer la enfermedad a su debido tiempo.
Es una ley que si "pensamos en la salud", acabaremos forzosamente por labrárnosla, tarde o temprano, pero debernos vivir una vida racional, suspender todos los excesos, especialmente los de la comida, en lo cual nunca se insistirá lo bastante. De nada servirá pararse ante un espejo y decirse a si mismo: "Yo tengo fe", "Yo tengo salud" u otras vanas afirmaciones similares. Basta con dejar de hablar a los demás de nuestras afecciones, tratando sobre todas las cosas, de distraer el pensamiento acerca de nuestro mal y creer en la salud como un estado normal, cosa que puede lograrse sin dificultad por todos, sin andar vacilando.
Quizá hayáis oído contar la anécdota referente a aquella buena anciana que oyó al pastor decir en un sermón que la fe podía mover las montanas. En seguida trató de poner a prueba su fe con un montón de cenizas. Pero a la mañana siguiente, cuando fue a verlo y lo encontró donde estaba antes, exclamó "Ya me parecía a mi que era así." Las cosas eran tal cual ella las creía en su corazón, no como las decía con su lengua, y lo mismo sucede con todo el mundo. Por lo tanto, creed sinceramente en vuestro corazón.

del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel

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