lunes, 1 de febrero de 2010

La ley del destino - en you tube -


CAPITULO XIX
ALCANCE Y LIMITACIONES DE LA CURACIÓN
La ley del destino

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Un número siempre creciente de médicos se está convenciendo actualmente de que la Ley del Destino es un factor importantísimo en producir las enfermedades y retardar el restablecimiento, aunque en realidad no crean en la falacia de un Destino inexorable. Reconocen que Dios no nos aflige voluntariamente ni quiere hacérsela pagar al trasgresor. Comprenden que todos los sufrimientos y dolores tienen por objeto impartirnos lecciones que no podríamos o no querríamos aprender de otro modo. Los astros señalan el período estimado como requisito para enseñarnos la lección, pero aún Dios no puede determinar el tiempo exacto ni la cantidad de sufrimiento necesario, porque nosotros tenemos esa prerrogativa, porque somos divinos. Si comprendemos nuestra trasgresión y comenzamos a obedecer la ley antes que cese la aflicción estelar, entonces nos curamos de nuestro desorden mental, moral o físico. Y si nos obstinamos al final de una aflicción estelar en no aprender la lección, entonces otra configuración mucho más dañina nos obligará luego a la obediencia.
El cáncer y la tuberculosis son aparentemente incurables, pero siempre existe la posibilidad de que puedan ceder, si la energía dirigida contra esos males es suficiente. Como todas las manifestaciones físicas, son el resultado de causas espirituales, y si podemos alcanzar estas, contrabalanceándolas con algo de naturaleza opuesta, siempre existe la oportunidad de curarlos, mientras que una actitud resignada y negativa nunca mejorará la situación del paciente. Viviendo en un clima saludable y sintiendo un fuerte anhelo de salud, que no se deje desalentar, y recurriendo a una dieta sencilla, nutritiva y adecuada, se pueden curar hasta los peores casos de consunción. En cuanto al cáncer, es muy difícil determinar cuándo ha pasado la deuda del Destino que ha causado esa afección, y existen muchos casos registrados en que el cáncer se ha podido curar, aunque en sus formas más leves. Sin embargo, nunca hay que abandonar la esperanza, aun en los casos avanzados.
En lo tocante a la arteriosclerosis, existen varios métodos mediante los cuales pueden eliminarse sus placas endurecidas, y entonces el paciente se siente tan bien como antes. Especialmente sucede así cuando se puede lograr que el enfermo reconozca que ha violado las leyes de la Naturaleza, lo que ha cansado la enfermedad en ese caso específico, y ese es el objetivo con que debemos trabajar. Se cure o no se cure la enfermedad, si el paciente puede llegar a saber qué leyes son las que ha violado y comprende las causas espirituales de su enfermedad, aprendiendo a vivir según las leyes de la virtud, que son las leyes de Dios, entonces en el futuro no existirán enfermedades para el. Estamos trabajando así para apresurar el día de la liberación, para que toda la humanidad llegue a la realización de la salud perfecta.
En cuanto a la objeción de si debamos o no interferirnos con el destino, debiéramos pensar en primer término en quien hizo ese Destino. ¡Nosotros mismos! Hemos puesto en movimiento fuerzas que ahora están madurando como destino, y una vez que lo hemos creado, tenemos el derecho de modificarlo si podemos. En realidad, esto constituye el sello de nuestra propia divinidad, el poder de gobernarnos a nosotros mismos. La inmensa mayoría de la humanidad está gobernada por los cuerpos celestes, a los cuales puede llamarse el Reloj del Destino. Los doce signos del Zodiaco marcan las doce horas del día y de la noche, y los planetas son como las manecillas horarias que señalan el año en que cierta deuda del Destino está madura para expresarse en la Vida. La Luna indica el mes y tiene otras ciertas influencias que sentimos, aunque no sepamos que se ejercen sobre nosotros e ignoremos qué fin tienen, pero las cuales tienden a hacer que nuestras acciones sigan la línea marcada por el Destino que nos hemos fabricado en nuestras vidas anteriores, e invariablemente las cosas pronosticadas pasarán a menos que… si, porque existe un a menos que gracias a Dios, porque si así no fuera, no habría posibilidad alguna de cambiar nuestro Destino y nos sentaríamos y “comeríamos, beberíamos y nos alegraríamos, porque mañana tendremos que morir” . Entonces estaríamos en las manos de un Destino inexorable e incapacitados para ayudarnos a nosotros mismos. Pero, gracias a Dios, existe una probabilidad que no se ve en el horóscopo, a saber, la voluntad humana, que puede imponerse y frustrar el Destino.
Como lo expuso en forma poética Ella Wheeler Wilcox:

One ship East and another sails West,
With the selfsame winds that blow.
´Tis the set of the sail, and not the gale
Which determines the way they go

“Un barco con las velas desplegadas se dirige al Este
Y el otro, soplando el mismo viento, navega al Oeste.
La disposición del velamen, no el ventarrón,
Determina para cada cual su justa dirección”.

Es de la mayor importancia que dispongamos las velas de las naves de nuestra vida como queramos y nunca tengamos escrúpulo alguno en interferirnos con el Destino.
Esto también descarta la idea de las “afirmaciones” como factores en la vida. En si mismas son una locura. Lo que necesitamos en la vida es trabajo y acción, como veremos fácilmente por la siguiente ilustración. Supongamos una de esas pequeñas semillas de clavel que estuviera dotada de la palabra y viniera a decirnos: "Yo soy un clavel." Entonces le contestaríamos: "¡No, no eres un clavel! Tienes las potencialidades necesarias en ti, pero todavía tienes que ir al jardín y enterrarte por un tiempo, germinar y crecer. Sólo así podrás convertirte en un clavel, no mediante sugestiones y afirmaciones.” Y lo mismo sucede con nosotros. Todas las afirmaciones o sugestiones de divinidad son vanas a menos que vayan acompañadas por los hechos y las obras de un carácter divino, los cuales demostrarán nuestra divinidad como las palabras jamás podrán hacerlo.

del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel

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