lunes, 1 de febrero de 2010

Imposición de manos - en you tube -


CAPITULO XVIII
LOS PROCEDIMIENTOS CURATIVOS QUE
DEBEN USARSE

Imposición de manos

en you tube, aqui
https://www.youtube.com/watch?v=6XTiwGmcMLU

Existen dos dificultades muy comunes en la práctica de la osteopatía y otros sistemas similares para el tratamiento mediante la imposición de las manos. En este procedimiento hay que distinguir dos operaciones distintas. La primera es la de extraer del paciente algo que es ponzoñoso o dañino y que es lo que provoca la enfermedad. Y luego está la infusión de energía vital por el médico mismo. Cualquiera que haya hecho algún trabajo de esta clase sabe esto porque lo ha palpado, como lo ha palpado todo el que ha tenido éxito. Ahora bien, a menos que el médico tenga una salud radiante, pueden ocurrir dos cosas: o los miasmas humanos extraídos del paciente pueden contaminarlo y vencerlo, absorbiendo así el estado del enfermo, o bien puede infundirle demasiada cantidad de su propia fuerza vital, y quedar completamente debilitado. A veces se producen las dos cosas simultáneamente, y entonces llega un día en que el médico se encuentra agotado y se ve obligado a descansar.
Los magnetizadores francamente no científicos, a menudo escapan a la primera contingencia “echando afuera el magnetismo”, como ellos dicen, pero todos corren el peligro de agotarse. Esto último es difícil de evitar, salvo para aquellos que puedan ver los efluvios etéreos que toman o dan. Muchas personas son como vampiros cuando se encuentran enfermas, y cuanto más fuerte y robustas son en su estado normal, tanto peores son cuando la enfermedad los postra en el lecho.
Las siguientes indicaciones son de mucho valor para evitar cosas tan indeseables. Primeramente, fíjese la atención y el pensamiento de tal manera que no se permita que los efluvios miasmáticos que salen del cuerpo del paciente penetren en nuestro cuerpo más arriba de los codos; en segundo lugar, mientras se está dando el tratamiento, abandónese al paciente de vez en cuando y lávese las manos en agua, corriente sí es posible, pero en todo caso hay que lavarse en agua y cambiarla con tanta frecuencia como se pueda. El agua tiene un efecto doble. En primer lugar, los efluvios que salen del cuerpo del paciente tienen una gran afinidad con el agua. En segundo lugar, la humedad que queda en las manos del operador permite extraer los miasmas del paciente en una proporción mucho mayor que si estuvieran secas. Esto se basa en el mismo principio que cuando se toman los electrodos de una batería eléctrica y se los pone en agua, en cuyo caso el efecto de la electricidad se intensifica muchas veces, como puede verse al tratar de tocar el agua.
Así ocurre con el operador. Éste es una batería eléctrica en un caso, y sus manos húmedas atraen una mayor proporción de miasmas que si estuvieran secas. Si las circunstancias son tales que no se puede conseguir agua, el operador puede tratar de arrojar de sí el magnetismo, pero entonces tiene que tener mucho cuidado, porque cuando se arroja el magnetismo es atraído por la tierra, ya que está sujeto a la gravedad, y puede vérselo clarividentemente como una substancia obscura y gelatinosa que permanece en el suelo estremeciéndose y un tanto fosforescente. Si entonces el paciente que se siente aliviado, se levanta del lecho donde se lo ha sometido al tratamiento y pasa por el lugar en que ha sido arrojado ese magnetismo, los miasmas volverán a penetrar en él y se sentirá en peores condiciones que antes. Por lo tanto, en esos casos lo mejor es arrojar esos miasmas por la ventana, o mejor todavía, echarlos en una chimenea o estufa y encender luego en seguida.
Por todo lo que antecede, es evidente que la imposición de manos es algo que no debe hacerse en forma desaprensiva, y sólo deben practicarla las personas que han sido debidamente ejercitadas en escuelas osteopáticas, quiroprácticas, etc. Los discípulos probacionistas, que llevan una existencia meritoria, son ejercitados bajo la dirección de los Hermanos Mayores.

del libro "Principios Ocultos de la salud y la Curación", de Max Heindel




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