martes, 2 de febrero de 2010

LA CIENCIA DE UN RECTO VIVIR

CAPÍTULO IV

LA CIENCIA DE UN RECTO VIVIR

En los capítulos anteriores hemos estudiado las propiedades de los signos
del Zodíaco y hemos arreglado de tal modo los agrupamientos anatómicos que
sea fácil para el estudiante del diagnóstico astral su estudio. Es muy necesario
que se familiarice con las propiedades básicas de los signos, así como de las de
los planetas. Es imposible el hacer un visible adelanto en el arte de diagnosticar
un horóscopo, a menos que el estudiante tenga un conocimiento suficiente del
Zodíaco y de las propiedades de los signos y de los planetas. También debe
familiarizarse con la ciencia de la progresión. Debe hacer uso de todas estas
diferentes fases antes de que se haga proficiente en la diagnosis, de modo que
pueda decir lo que indican unas y otras posiciones; unos y otros aspectos; unos y
otros planetas. Es, asimismo, esencial que conozca el temperamento y carácter
del enfermo antes de que pueda realmente estar seguro del diagnóstico que hace
de la enfermedad.
Para hallar la clave de una enfermedad y la razón por la cual una persona
se ha convertido en un inválido, tanto si la enfermedad es orgánica, o bien si es
debida a que el enfermo ha quebrantado las leyes de la Naturaleza, es justamente
tan esencial como el diagnóstico en sí. ¿Cuál es el bien que nos puede resultar de
saber la clase de enfermedad indicada por un horóscopo si no podemos señalar al
paciente en qué forma ha roto las leyes de la Naturaleza? La enfermedad en el
noventa y cinco por ciento de los casos es debido a métodos equivocados de vivir,
y el ser capaz de manifestar al paciente qué cosas perjudican a su salud conducirá
a la curación. Primeramente, debe quitarse la causa, y entonces seguirá la cura
como un resultado natural,
El secreto del éxito para un médico progresivo descansa en el hecho de
que nunca, si le es posible evitarlo, diagnosticará directamente la enfermedad al
propio enfermo. Únicamente aconsejará y prescribirá y algunas veces dará algún
indicio acerca de la causa de la enfermedad; asimismo señalará la clase de
alimentos y los métodos de vida que ha de seguir y, además, dirá el porqué debe
de abandonar el enfermo tales y cuales cosas que le perjudican. Como
consecuencia de esta diplomática manera de obrar conseguirá el médico los
mayores éxitos. Tampoco debe dejar escapar nunca una palabra de desaliento.
Nunca debe quitar al enfermo la esperanza, y cuando abandone la casa del
paciente debe hacerlo con una sonrisa y palabras de ánimo y esperanza.
Hay excepciones, no obstante, pues hay médicos, y desgraciadamente no
constituyen la minoría, que adoptan la pose de médicos y que predicen la muerte
o bien la necesidad de hacer una operación, antes de que hayan estudiado y
diagnosticado real y verdaderamente la enfermedad. Bajo el tratamiento de un
médico de tal clase el pobre paciente se ve sentenciado frecuentemente, pues
aquél de quien el enfermo había esperado la confianza y el alivio realmente le ha
robado toda esperanza. De modo que deseamos grabar profundamente en la
mente de nuestros estudiantes de que nunca y por ninguna razón deben
predecir la muerte; tampoco nunca y ni por ninguna causa deben decir al
enfermo que sufre del corazón; de que está en peligro de volverse loco, o de que
está atacado de la temerosa y temida enfermedad de tuberculosis, porque por
estas manifestaciones pueden hacer renacer en la mente del paciente el
pensamiento del miedo. El miedo surte peores efectos, por regla general, para
aquella persona de mentalidad negativa que la propia enfermedad. El noventa por
ciento de los pacientes están enfermos debido a sus métodos peligrosos en la
comida, enfermos de miedo, o bien enfermos debido a la falta de voluntad para
resistir a las tentaciones; en efecto, toda enfermedad es el resultado de una
ignorante violación de las leyes de la Naturaleza. Esto puede que no sea debido a
esta vida solamente. Puede arrastrarse desde otra vida anterior, como
consecuencia de lo cual el paciente tiene debilidades latentes.
Así, pues, podemos comprender que para ser de real ayuda en la curación
del enfermo, el médico o el encargado de hacer el diagnóstico debe poseer el
suficiente conocimiento que le capacite para dar al paciente la prescripción
adecuada y las instrucciones debidas para vivir correctamente. Nuestro consejo
para el estudiante debe ser, pues, el que estudie con todo cuidado y recuerde en
cuanto le sea posible las lecciones sobre astrodiagnosis que hasta aquí preceden;
asimismo que se familiarice con las propiedades de los distintos alimentos y sus
combinaciones, puesto que lo más lógico es que el enfermo solicite del médico lo
que debe comer, una vez que éste le dice lo que no debe comer, o que cambie su
régimen alimenticio. Por todas estas consideraciones podemos darnos cuenta de
cuan necesario es el adquirir un sano y seguro conocimiento de la ciencia de un
correcto vivir.

del libro "Astrodiagnosis", de Max Heindel y Augusta Foss de Heindel

1 comentario:

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