lunes, 1 de febrero de 2010

PELIGROS DE LOS BAÑOS EXCESIVOS - en you tube -


CAPITULO XV

PELIGROS DE LOS BAÑOS EXCESIVOS

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https://www.youtube.com/watch?v=J8v-qu5gyEs

Aunque el aseo en sí mismo es una virtud, como todas las demás cosas buenas se convierte en un vicio por el exceso. El agua es un solvente universal, y tomada internamente en pequeñas dosis es buena, pero si se bebe intempestivamente, como por ejemplo en las comidas, y con exceso, entonces es un verdadero veneno. Diluye los jugos digestivos, enfría el estómago en tal forma que desarregla las condiciones necesarias para el tratamiento adecuado de los alimentos y a su debido tiempo; si se persiste en la mala costumbre, puede entorpecer la digestión en forma permanente. Así pues, si se bebe agua en exceso o en condiciones inapropiadas, se corre el riesgo de dañar seriamente la salud.

Esto ha sido demostrado muchísimas veces en Mount Ecclesia. Algunas de las personas que iban allí, antes de su llegada acostumbraban bañarse diariamente y a veces dos o tres veces por día. Todas ellas se encontraban en estado de extrema debilidad, porque el exceso de agua aplicada con toallas o esponjas había despojado a la piel de las substancias grasas, y el sistema vasomotor no podía operar adecuadamente, cerrando o abriendo los poros según fuera necesario.

Pero el bañarse excesivamente produce otros efectos no tan visibles ni comprensibles para las personas que carezcan de los conocimientos ocultos necesarios, y la visión espiritual tiene que investigar el asunto en debida forma. Otros estudiantes podrán comprender la verdad por la siguiente explicación, teniendo en cuenta su propia experiencia en cuestiones magnéticas y curativas.

Todos sabemos que cuando tomamos una batería galvánica médica y colocamos un electrodo dentro de una vasija de agua, manteniendo el otro en la mano, el flujo de electricidad a través del cuerpo es mucho más fuerte que cuando ponemos nuestra otra mano en el agua o si sostenemos ambos electrodos sin contacto con el agua. Cuando se evapora el agua se rompen sus moléculas y cada fragmento queda encerrado en una envoltura de éter que actúa como cojín y es la base de la elasticidad del vapor. Cuando se produce la condensación, el exceso de éter desaparece y el agua se torna incomprensible, como una piedra sólida.

Pero el agua tiene una gran atracción por el éter, aunque no puede tomarlo del aire, de la misma manera que nosotros no podemos absorber el nitrógeno aunque lo aspiramos continuamente. Los fluidos son volátiles en proporción a la cantidad de éter que contienen, y tenemos un buen ejemplo de la intensa ansia que el agua siente por el éter en la avidez con que absorbe el amoníaco anhidro, un fluido tan volátil que hierve a 26 grados bajo cero. Esto muestra la causa por que el agua provoca un flujo tan voluminoso entre el electrodo de la batería galvánica y el cuerpo, y explica muchos fenómenos, entre otros, por qué la humedad ayuda materialmente a transmitir el buen magnetismo, el fluido vital del médico a su paciente, así como a extraer el mal magnetismo del cuerpo del segundo. También esto nos demuestra la necesidad de lavarse en agua corriente, de manera que el éter emponzoñado del cuerpo vital del paciente no sea causa de molestias para el médico. Cuando tomamos un baño en circunstancias corrientes, eliminamos una gran cantidad del éter emponzoñado de nuestros cuerpos vitales, siempre que sólo permanezcamos en el baño un tiempo razonable. Después del baño, el cuerpo vital queda un tanto debilitado o atenuado, y sentimos cierta debilidad; pero si nuestra salud es buena y no hemos permanecido en el baño demasiado tiempo, pronto nos recuperamos de la deficiencia merced a la corriente de energía que fluye hacia el cuerpo a través del bazo. Y cuando se produce este restablecimiento, atribuimos la renovada vitalidad y rejuvenecimiento al baño, sin darnos cuenta exacta de los hechos arriba mencionados.

Pero cuando una persona, que no goza de perfecta salud, comienza a bañarse diariamente, o quizá dos o tres veces por día, el agua absorbe un exceso de éter de su cuerpo vital, y como la cantidad de fluido que penetra por el bazo también disminuye a causa de la atenuación del cuerpo citado, resulta imposible para esas personas restablecerse después de los continuos drenajes, dando por resultado que la salud del cuerpo denso sufra por eso, perdiendo gradualmente todas sus fuerzas y convirtiéndose en verdaderos inválidos. Encontrándose en tan delicado estado, no tienen apetito ni pueden asimilar alimentos verdaderamente nutritivos, y poco a poco su condición general se vuelve muy seria.

Los casos que responden a esta descripción son muy difíciles de tratar, porque generalmente ocurren a las personas que tienen signos comunes, en los ángulos, con muchos planetas en dichos signos, o con el Sol o el Ascendente allí. Estas personas se resisten a cualquier interferencia en su dieta o en su costumbre de bañarse, porque se creen verdaderos paladines de la limpieza, que a sus ojos es la virtud principal. Creen que no pueden vivir sin tomar tantos baños diariamente, y su apetito es asaz, escaso y delicado, con lo que están convencidos de que nadie mejor que ellos sabe lo que necesitan, aunque se hallan completamente equivocados en las dos cosas.

Su primer paso hacia la salud implica que dejen de bañase por completo. El baño seco es lo más indicado para su restablecimiento, y con ese objeto lo mejor es un par de guantes de lino grueso y áspero. Con estos guantes se puede frotar todo el cuerpo mañana y noche hasta que la piel resplandezca de salud. Con este procedimiento la cutícula superflua se cae, pero quedan los aceites y el éter. Entonces el paciente se restablecerá rápidamente, porque en cuanto aumenta el éter químico, también revive el poder de asimilación y en seguida se produce un aumento de carne y vigor. En caso de necesidad, se puede dar al paciente un baño ligero de esponja, con agua caliente, una vez por semana, pues hasta que se encuentre completamente restablecido deben evitarse los baños en agua corriente o las duchas.

del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel


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